Restaurante Quique Dacosta

La cocina no tiene fronteras pero sí raíces y nosotros ponemos las alas para que la suma de ello proporcione experiencias sensoriales únicas, gastronómicamente imaginativas, evolutivamente vanguardistas e innovadoras.
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¿Sabes? Este arte se rige por otros códigos, se acomoda en otro soporte, y también habitan otros parámetros en su ejecución. Sin embargo, tiene su razón de ser como un arte por los mismos o similares propósitos, búsquedas, necesidades, inspiraciones, miradas, misiones y energías. “¿Qué diferencia hay entre lo que haces tú y lo que hago yo?” Preguntaba Manolo Valdés a Quique Dacosta en su estudio de Nueva York. “Ambos hacemos lo mismo, buscamos lo mismo. Solo cambia la materia con la que trabajamos y el soporte, y quizás los sentidos a través de los cuales recibes, percibes y disfrutas la obra”, concluía Valdés.

La comida se come, por momentos desaparece. ¿Es por ello un arte efímero, quizás como la danza? No hay nada más efímero que un trazo de baile que antes de terminar prácticamente ha desaparecido. ¿A caso no es arte por este motivo?

¿Y si dejo el plato ahí, sin más, esperando a que el tiempo pase? ¿Es arte si nadie se lo come y perdura en el tiempo? ¿Es arte si solo se contempla sin degustarlo? O si no tiene una utilidad fisiológica… Vicente Todolí dice en el documental Cocinar Belleza que un arte, para serlo, no debe tener una utilidad.

QUIQUE DACOSTA

No he llegado a este punto para reivindicar que la cocina sea un arte, o sí.

Tal vez una discusión muy manida y recurrente, para muchas veces infravalorar la propia cocina.  Sin embargo, la gastronomía es el marco donde la cocina se consolida como una de las bellas artes en este siglo.

Todos sabemos que no todo lienzo pintado es arte, ni todo el que canta o baila es un artista. Al igual que no todo lo que comemos es una obra de arte. Por supuesto. Nosotros hablamos de otra cosa, de otra manera y en otros términos.


Encuentro fascinante en la contemplación de una pintura pensar en lo que el pintor quiso contar, incluso fantasear con lo que pensaba mientras pintaba, a quién se dirigía y por qué se comunicaba así. O no, quizás no pretendía nada de esto... Yo sé que estoy aquí para comunicarme desde mi lenguaje más próximo y natural que es el de la cocina. Y si el arte de alguna manera pretende generar una comunicación con los demás, haciendo meditar, reflexionar, avanzar, incomodar, diferenciarse, crear un estilo como lo máximo de la expresión artística, o simplemente agradar, en nuestra mesa se expone un relato compuesto de varias obras que se degustan física, mental e intelectualmente.

Me encanta ver que hay artes en las que el receptor usa un solo sentido, y sólo a través de él pueden llegar a emocionarnos porque comunican tantísimo. Al contemplar una pintura “únicamente” usamos la vista. Con la música, el oído. Con el cine, el oído y la vista.  Con la cocina, la vista, el olfato, el tacto, el oído y por supuesto el gusto. Y con todas ellas la imaginación, la fantasía que protagoniza aquel que percibe la obra. La cocina es una disciplina multisensorial a la que se añaden connotaciones emocionales y un viaje hacia nosotros mismos, hacia nuestras propias expectativas, que hacen que la experiencia de sentarse a la mesa se convierta en una participación activa en la obra que se expone y representa.

Lo sé, esto va de alimentarse también, pero lo que yo hago no tiene un fin nutricional, aunque por supuesto nutre, cuerpo y alma. Esta es nuestra manera de comunicarnos.

 

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